En estos tiempos de pandemia y crisis personales, vamos a reflexionar y sentir sobre el concepto de madre o mamá. Siguiendo el camino de los griegos y su mitología se nos hablal de Gea, la madre de todas de la Tierra originaria de todas las cosas. Aunque Afrodita y Venus en sus versiones griega y romana respectivamente son diosas de la fertilidad encarnan más que nada un amor más vinculado con lo sexualizado y erótico que el propio amor compasivo que podría ser la palabra mamá en la lengua española. Fenareta fue la madre del filósofo griego Sócrates, ella era partera de profesión. Según Claudio Naranjo, Sócrates era un eneatipo 8, un carácter fálico narcisista para los neo-reichianos. Cuanta influencia tenía en este filósofo su carácter que decidió morir injustamente tomando cicuta, con una gran valentía y entereza. Aún así la influencia materna en Sócrates es muy clara, su método filosófico se llamó Mayéutica o sea el arte de parir…conocimientos. Cuanta dependencia tenía de su madre, Sócrates que después se reflejó en Jantipa su esposa mucho más joven, pero con mucho poder y mal carácter sobre el mismo Sócrates. Es importante destacar, en aquel momento de la historia griega, las mujeres estaban casi al nivel de los esclavos. O sea, en esa sociedad griega ni siquiera se las tenía en cuenta, tenían un “no lugar”. Un lugar que parece vacío donde ni siquiera cumplen una función utilitaria, donde la mujer es esclava como en el teatro de su propia máscara. Algo que después fue lentamente cambiando hasta la sociedad postmoderna menos estructurada y aún con la tendencia patriarcal. Sócrates acabó repitiendo con Jantipa su relación materna, quizás esta fuese la causa de su deseo de muerte, al decidir aceptar una muerte injusta.
La madre en tiempos modernos es el primer objeto sexual para el hijo, además del contenedor en su vida intrauterina y abandono de ese estado en el trauma del nacimiento. Volviendo a Sócrates cuanto deseo ha puesto Fenareta en su hijo para que este denominase a su metodología con la profesión materna. En el inconsciente de todos aún de un sabio fálico narcisista está grabado el discurso del deseo materno. Y este discurso no solamente está grabado en la psiquis sino también en el cuerpo. Nuestro cuerpo tiene que ver inclusive muscularmente con mamá. Recordemos que en las células musculares también están las emociones.
Jacques Lacan nos hablaba de los estragos en la relación madre e hija, esto también podríamos extenderlo a la relación madre e hijo. Para Lacan el deseo materno interfiere siempre en una metáfora que suelo explicar bastante a mis pacientes. Nuestra existencia es como estar dentro de las fauces de un cocodrilo, y solo la incertidumbre de no saber cuando esa boca puede cerrarse por una emoción o deseo materno, crea emociones. Y crea estructuras corporales cronificadas. Solo el padre con su ley paterna puede colocar un palo fálico en la boca de ese cocodrilo que es mamá e impedir que cierre sus fauces y por lo tanto, nos digiera o nos tenga en su boca como un rumiante dando vueltas una y otra vez. Ese palo fálico tiene que ser de piedra para que no se rompa y no se desgaste con el paso de los años y pierda eficiencia. Ese padre para poder colocar ese palo fálico de piedra allí, tiene que tener un YO DESARROLLADO Y FUERTE (algo muy difícil en esta sociedad que vivimos hoy), ya que sino estará dominado por las fauces de su propia madre. Lo cual, no solamente creará un fracaso en la función paterna sino también en la relación con esa mujer cocodrilo, donde también abrirá las fauces para ése hombre, una vez engullido el hijo. Aquí se establecería con ese padre una relación donde ese padre dejaría de ser un hombre deseado por esa mujer narcisista y devoradora, para ser despreciado por ella. Creando eso que Lacan llama “odioamoramiento” entre la madre y el hijo o hija.
Voy a tratar algunos estilos maternos donde algún@ va a sentirse identificad@ :
La madre fraudulenta es la dialéctica del engaño, da una versión engañosa a su conveniencia a cada uno de los hijos. Donde todas las versiones de un mismo relato se transforman a conveniencia de esa madre donde su objeto es mentir y manipular, inclusive a su pareja si este no mantiene la estructura de su Yo. Una película característica de este estilo materno es la dirigida por Bárbra Streisand “El príncipe de las mareas” del año 1991.
La madre que finge angustia y enfermedad generalmente histérica y somatizadora y más que nada una especialista en el arte dramático y en especial en el arte de la manipulación de las emociones del otro. Una película de Darren Aronofsky del año 2011 “Cisne negro” dónde la madre cumple esas características y el personaje principal sufre de un estilo narcisista psicopático característico de los 3 del eneagrama, en especial el conservación y el social.
La madre oracular es una madre que actúa como el texto predictivo en los programas informáticos, nos previene finalizando nuestros pensamientos de todo lo peor que podría sucedernos. Es una madre miedosa y ansiosa, rígida y controladora donde la predicción de lo negativo atrapa el inconsciente de quienes la rodean. Tiene todas las respuestas a lo que uno es y ha sido, y sabe todo sobre el o la otr@. Es como la esfinge en el mito de Edipo haciéndole preguntas que son imposibles de responder, ya que la respuesta está dada en la pregunta. Es la madre de Norman Bates en la película de Hitchcock “Psicosis” del año 1960.
La madre carente de deseo materno no tiene deseo ni amor por ese hijo que han traído al mundo por diversas circunstancias neuróticas y psicóticas de la historia personal de esa madre. Madres desmoronadas o madres de sacrificio cumplen este rol. Cumplen un papel y cuando pueden escapan del este rol materno. Hacen de los hijos por ese desamor, objeto de su voz y estructuran su superyo aunque desaparezcan de sus vidas. Un ejemplo es el personaje Erika, de de la película de Lisa Langseth “Hotell” del año 2013.
La madre fálica es entre todas la más saludable para tod@s de su entorno familiar sus hij@s, la más eficaz en su función de maternaje. Tiene amor compasivo o maternal o philia. Respeta la ley paterna, siente eros o amor sexual por su pareja y no pone tanto en juego su deseo de cerrar las fauces como las otras.
La expresión más patologizada del rol materno lo encontramos en el cortometraje ruso del 2018 del director Alexander Bubnov, llamado “The cord” en relación a el cordón umbilical materno y del niño. Un pequeño fragmento de lo cual los psicoterapeutas escuchamos, sentimos y compartimos a diario a través de las palabras y los cuerpos de los pacientes. Intentando partir de una neurosis a un buen maternaje del cual muchas veces nos hacemos cargo con los pacientes.
Según Winnicott las funciones maternales más sanas de un “buen maternaje” son holding o sea sostener emocionalmente de manera apropiada a ese ser en toda su infancia. Dejando de lado sus propios deseos de cerrar sus fauces y disminuir la presencia paterna, la madre crea un entorno seguro o apego seguro a ese bebé. La expresión norteamericana la toma Winnicott de alguien que sostiene al bebé mientras la madre va a barrer o hacer otras cosas. Tiene un sentido de responsabilidad (capacidad de respuesta). Otra función es el handling o sea darle consciencia al niño de esa unidad psiquis y cuerpo a través de ese contacto inconsciente y corporal como es el arrullo, el canto, el contacto en el bañarse, las caricias amorosas, los abrazos y besos, son acciones tiernas y placenteras para ambos. Una madre con un eros centrado en su pareja y una philia hacia su hijo. La última función es la de presentarle objetos. Es mostrarle al niño objetos de esa realidad exterior que no conoce para que aprenda a tomar consciencia de su cuerpo y su Yo, la familia y su Yo. Lo irreal y lo real.
Una madre suficientemente buena es una madre suficientemente empática y amorosa “dialogante” que permita vivir y sentir juntos al hijo o a la hija. Siempre desde un lugar de amor, siendo el bebé el que marca el ritmo y respetando sus deseos e intensidades emocionales. Donde el padre, coloque su falo de piedra a través del logos o sea de manera “reflexiva”, y sea un objeto de deseo y de amor de la madre, no solamente un proveedor de sostén económico o sostén de las neurosis y deseos maternos. Ya que ese padre tampoco se realizará ni se sentirá feliz en ese triángulo amoroso.
Gerardo Provenzano Bonilla
Julio / 2020
Leave A Comment