Resonancia e interferencia

El concepto de resonancia en la psicoterapia corporal significa lo que moviliza e interactúa profundamente en la relación  entre psicoterapeuta y paciente. Es  la relación vincular que se genera entre los electrones, protones y neutrones de una y otra persona a un nivel tan profundo donde no es necesario el lenguaje verbal. Para el paciente la resonancia en la relación significa estar en contacto con la posibilidad de «ser sanado» o «ser tocado por algo mágico», ésto genera esperanza y  expectativas. El terapeuta resonante estará sólo en contacto con la doble presencia: consigo mismo  y con el otro sin más.  Esto es un acto chamánico, como el monje zen que solo se sienta a esperar sin esperar. Esta resonancia permite poder realizar un diagnóstico caracterial y estructural del paciente que con el correspondiente feedback le permitirá aumentar su resonancia consigo mismo y un contacto armónico con todos los personajes que luchan dentro de él.

La palabra resonancia fue utilizada en psicoterapia hace unos 30 años por David Boadella creador del sistema psicoterapéutico llamado Biosíntesis (Saber Alternativo nº 15). Este concepto fue usado como el campo organizador entre dos personas. Sin este campo no se produce la llamada homeostasis y la sanación. La perdida de homeostasis es la interferencia o la enfermedad, el cuerpo y la mente tendrían que recuperar ese equilibrio homeostático perdido para poder tener resonancia.  Homeostasis es la estabilidad conservada por el cuerpo, según la definición del fisiólogo Walter Cannon (1939),  es un estado que puede variar, pero es relativamente constante. Este concepto fue usado también en psicoterapia por Fritz Perls, creador de la psicoterapia gestáltica, la homeostasis es la base del  proceso de autorregulación organísmica, el cual es el que nos permite el contacto. Sin el contacto no existe la resonancia.

Para el psicoanálisis, tan poco de moda y tan útil en esta sociedad de estímulos rápidos, iluminación en un año y consumo sin medida, el contacto con otra persona (casi totalmente verbal) es transferencia. La transferencia es el proceso de relación entre dos personas.  Según S. Freud en sus inicios la transferencia no es más que un caso particular de desplazamiento del  amor de una representación a otra. Es la misma relación existente entre médico-paciente, maestro alumno, vendedor-comprador, psicoterapeuta-paciente. Años más tarde, Freud estudia la influencia de cómo fue en esa persona la relación infantil con los padres y como ésta relación se proyecta en otros contextos diferentes de adulto. Tiempo después llegó a la conclusión que es el terreno de la cura psicoanalítica el lugar donde algo cambia en esa relación.  Quizás por ésto los pacientes ansiosos no aceptan esta gran  labor psicoterapéutica llamada psicoanálisis. La cura neurótica real es muy lenta y  para acceder a la esencia se necesita muchos años de psicoterapia sólo con la palabra.

W.  Reich va más allá y plantea  la transferencia a nivel corporal es la identificación vegetativa. Se trata de  la capacidad de sentir el psicoterapeuta en su propio cuerpo los bloqueos que están acorazando al otro. Esta identificación vegetativa, más cercana a la resonancia, no es otra cosa que la transferencia orgánica dada en los primeros meses del niño, la cual es energética, vibratoria, somática, emocional y preverbal. A partir de aquí es donde se marca la estructura del carácter o eneatipo de la persona.

Stanley Keleman en su Psicología Formativa nos habla de resonancia somática como una relación biológica entre dos personas. «La terapia consiste en ayudar a  los pacientes a formarse en relación a los demás y a sí mismos. Al comienzo de la terapia, el terapeuta está ahí para el paciente. Es tarea de los dos el crear un comportamiento adulto para disminuir el neurótico. En las primeras etapas, la terapia se asemeja a las etapas de asistir y cuidar. Los pacientes aprenden a manejar los mecanismos para hacerse más adultos y el terapeuta es quien vela para que esto suceda. Cuando el paciente dispone de los instrumentos con los que trabajar su problema, discuten la situación con el terapeuta y les corresponde entonces actuar como adultos en esas situaciones, desempeñando el terapeuta el papel de compañero mientras ellos forman al adulto maduro y reorganizan sus dificultades».(S. Keleman)

 En el Análisis Bioenergético el psicoterapeuta se mueve desde la transferencia para conocer el carácter del otro. Se ayuda al paciente completando espacios afectivos de carencia cumpliendo el rol de madre, padre, amigo, maestro o cualquier otro señalando las interferencias. Se  completan así las etapas importantes de su desarrollo y evolucionando en su estructura del carácter o eneatipo.  Esta alianza o relación terapéutica permite al paciente no limitar sus logros a la hora de consulta, sino que implica,  que el paciente pueda trasladar sus vivencias positivas de la sesión-relación a su vida cotidiana. Hoy en día, el Análisis Bioenergético, trabaja a un nivel más transpersonal y no solo actúa en la transferencia sino también en la resonancia o el contacto con el Core.

Cuando se da la interferencia se crea un proceso de enfermedad que puede ser psicosomático o solamente una pérdida de contacto con las funciones vitales sanas. Aquí es cuando los vínculos esperanzadores y amorosos de la psicoterapia resuenan en los personajes del paciente. A través de este vínculo la persona volverá a recuperar su pulsación saludable, recuperando la capacidad de la persona para tener un equilibrio entre  los tres tipos de amor que plantea C. Naranjo, el amor a uno mismo o eros, el amor a los otros o compasión y el amor a lo transpersonal o respeto a lo cósmico.

R. Laing, el gran precursor de la antipsiquiatría, propone «el trabajo (en psicoterapia) no es algo que un terapeuta le hace a un paciente, sino el estudio de las formas de estar juntos, con esa persona de manera tal que esta persona pueda estar junto a otras» y esto implica estar con el otro en resonancia sin nada que interfiera en la sesión terapéutica. A veces me encuentro con pacientes que detienen la sesión para atender su teléfono móvil y mi pregunta interior es ¿cómo esta persona se distrae y provoca una interferencia o interrupción de si misma con algo tan simple cómo su teléfono? Algunas veces se lo exteriorizo con ironía o me río de la situación sin más,¿será qué esa persona siempre se interfiere a si misma con algo tan simple y perturbador en su vida?

D. Boadella describe con mucha precisión el pasaje de la interferencia a la resonancia. Para que la persona entre en resonancia con el terapeuta sin interferencia es importante contactar con la esencia (el Core) de ambos en la relación. Así se puede llegar a la resonancia, la cual implica la recuperación del presente en el cuerpo y del ritmo interno.

«La resonancia somática de las manos, de la voz y la presencia del psicoterapeuta es el campo organizador en el que tiene lugar el proceso formativo de re-integración de cuerpo, mente y espíritu» (D.Boadella)

 

 

 

 

Gerardo Provenzano Bonilla

Psicólogo – Psicoterapeuta Corporal