Estudiar al ser humano es confrontarse al carácter. Aunque los detractores del estudio caracterológico nos planteen que es encasillar al ser humano a partir de lo patológico, que se olvida la vivencia. Que es muy difícil salir del carácter en el cual el psicoterapeuta nos ha encasillado, que el carácter no es objetivo o imposible de estudiar por el método científico.
A través de los tiempos la filosofía y la medicina se han comprometido con el “conócete a ti mismo” de Sócrates, no solo como una búsqueda occidental de autodescubrimiento sino como una forma (y fondo) de diagnosticar las enfermedades. En realidad, todos somos diferentes, aunque como animales humanos cumplamos determinadas características en común. A través de los tiempos nuestra educación como animales humanos, ha sido muy diferente según la ideología dominante y el lugar donde la persona vive.
El carácter se puede definir desde el aspecto somático y desde el aspecto psicológico, aunque en el fondo sea lo mismo. N. Totton y M. Jacobs plantean que dentro del estudio del carácter y los tipos de personalidad hay varias formas antagonistas de estudiarlos como pueden ser las formas descriptivas versus las causales, las abiertas y cerradas, las firmes y las inestables, las corporales y las mentales, las patológicas y las estilistas, las directivas y las permisivas.
El término carácter procede del griego “charakter” que significa esculpir, grabar: algo que permanece estable y que perdura, que es habitual y ordinario. El término carácter no tiene un sentido positivo, ni negativo, al igual que la definición numérica del eneagrama de G. Gurdjieff o la reestructuración de O. Ichazo y de Claudio Naranjo. Es solamente una manera característica de actuar en la vida, es la trampa del ego que en algún momento nos fue útil y ahora es un obstáculo.
Si vamos atrás en el tiempo, Hipócrates y su discípulo Galeno ya definían lo que es carácter por el humor prevaleciente en el cuerpo y los elementos cósmicos que influían en su desarrollo. A Galeno le debemos la distinción entre los tipos flemático, colérico, sanguíneo y melancólico.
Otras tipologías usadas desde el ámbito de lo bioquímico, lo anatómico y lo fisiológico y lo temperamental son las de E. Kretschmer o las de W. Sheldon. Originariamente el carácter se centraba en el estudio de lo patológico, para luego de crearse el psicoanálisis poder definir la así llamada salud.
A S. Freud se le debe el haberse apartado de las formas estáticas de definir el carácter y haber iniciado el estudio real en pacientes de forma dinámica. Teniendo como base los impulsos fisiológicos en el modo de hacer, sentir y pensar de la persona. Definiendo el punto de vista en el cual el hombre es impulsado por fuerzas irracionales o inconscientes. Esto provoca un cambio en la ideología médico dominante. Esta revolución llamada psicología dinámica y profunda (antes que psicoanálisis) fue el nacimiento de las actuales definiciones del carácter. Además de hoy conducirnos a definiciones caracteriales como las de Jung, Adler, Sullivan, Reich, Horney, Lowen, Keleman y Fromm, entre otros.
Freud, junto a uno de sus colaboradores K. Abraham, desarrollaron la caracterología que tiene como base la teoría freudiana del desarrollo psicosexual, en esta las reacciones de la persona están determinadas primariamente por la manera en que la libido (energía) está organizada.
W. Reich define el carácter como una defensa psicosomática, como una alteración crónica del si mismo (o el Yo freudiano). La persona reacciona con formas características y previsibles que hacen al Yo protegerse de los peligros reales o imaginarios con un conjunto de reacciones automáticas llamadas coraza. Esta coraza no solamente protege a la persona del mundo exterior sino también de sus propios deseos, impulsos e instintos. En psicoterapia esto se observa muy claro: el paciente desea algo e inmediatamente se dispone a no conseguirlo de todas las maneras posibles (resistencias, somatizaciones, etc). Reich observa en el cuerpo como funciona este proceso: “todas las experiencias vividas en el pasado de la persona fueron corporalizadas en el presente como una actitud caracterial. El carácter de una persona es la suma total de todas sus experiencias pasadas”
También apunta, al igual que F. Perls (gestalt), que el carácter mismo es una enfermedad, no solamente por la estructura en si misma sino por la energía que consume mantener esa coraza caracterial. Para Perls una persona con carácter es una persona con una manera rígida de vivir, con muy poca variedad de responder al mundo exterior y a sus propias necesidades. Esto hace que sea una persona predecible, en cambio las personas que son capaces de revisar su vida cada segundo pueden jugar cualquier rol (carácter) y ser impredecibles.
J. Conger, un psicoterapeuta post-reichiano propone: “el carácter es la caparazón donde la energía queda olvidada, y como tal nos provee una casa; pero al crecer, el caparazón se convierte en una casa demasiado pequeña”
Para C. Naranjo: “el carácter es un residuo de nuestras estrategias infantiles por conseguir amor que no nos llegó naturalmente en un mundo de escasez”. Es una manera de actuar, pensar, sentir y vivir que ha sido condicionada por nuestra infancia.
Cuando A. Lowen y J. Pierrakos crean el análisis bioenergético intentan acomodar la teoría reichiana a la psicología del yo norteamericana vigente en ese momento. Para Lowen el carácter es una forma estructural muscular, rígida, crónica, formada en su historia personal temprana (inconsciente generalmente) que limita o bloquea el flujo energético. Es como un camino predecible para hacer algo, para evitar los peligros internos y externos. Lowen define cinco formas básicas de tipos psicológicos (que nunca están puros) relacionados con el aspecto general del cuerpo, la respiración, el uso de la energía vital, las corazas musculares y nuestra historia personal. Cada carácter se distingue de los demás, aunque ninguno es puro. Conviene avisar que al igual que cualquier otra clasificación, son solo posiciones defensivas y trampas egoicas del ser humano, y no existen dos personas que sean iguales. Estos caracteres son el esquizoide, el oral, el masoquista, el psicopático y el rígido. Esta tipología caracterial es solo un mapa y no el territorio del ser humano. Al igual que otras clasificaciones de psicoterapias post-reichianas, humanistas, junguianas, medicina china y eneagrama; son solamente mapas en el acompañamiento a la persona. Lo que hace la psicoterapia es ayudar a confrontarse con uno mismo, con la propia realidad, con las trampas del ego, para poder así desprenderse de lo ilusorio, del maya de los budistas. Lo real es la profundización del si mismo, del YO, el desorganizar lo organizado y fijo (psicología formativa de S. Keleman). Es adentrarse en la profundidad de las capas de la cebolla para arribar al centro del corazón (Lowen) o CORE (centro de la energía vital de la corenergética de Pierrakos)
Como N. Totton, (psicoterapeuta post reichiano) nos plantea: “el desafío permanente en psicoterapia es renovar el proceso, volver al núcleo (personalidad primaria o CORE), a la simplicidad, a la naturalidad, a la libertad

 

Dic- 2006
Gerardo Provenzano Bonilla
Psicólogo – psicoterapeuta
Presidente de Asoc. de Artes Psicocorporales
Miembro Asoc. Española de Psicosomatoterapias