“ Un camino de mil millas comienza con un solo paso”  
                                                                    Lao  Tsé
 
La palabra intención es una tensión o fuerza interior que conduce hacia algo. Es una acción. Un movimiento interior. Originariamente es una palabra del latín, cuyo significado es tender hacia o contra algo. Una acción, un deseo, una necesidad de hacer algo, con uno mismo y contra el propio ego.
Para poder hablar de deseo podemos remontarnos a Freud. Aunque para el psicoanálisis freudiano el deseo no es lo mismo que la necesidad, si podemos hablar de pulsión interna o necesidad.
Jacques Lacan nos plantea que el deseo nace de la separación entre necesidad y demanda. La necesidad hacia un objeto y  la demanda de amor.
Según nuevas investigaciones de neurofisiología y otras ciencias (A. Damasio, A. Shore, F. Capra, K. Wilber) la intención proviene del hemisferio cerebral derecho y del hipotálamo. Ambos tienen una relación directa con lo inconsciente. Abrirse a la intención es abrir una puerta al inconsciente, lo cual de por si ya es sanador para la persona.
Investigadores y científicos como Newton, Darwin o Einstein, entre otros, tuvieron que generar intención para poder crear sus teorías, a veces no percibidas por los sentidos e imposibles de explicar con la metodología científica dominante. Sin ir más lejos Sigmund Freud hace más de un siglo, se enfrentó a una ideología científica dominante creando un nuevo paradigma: el psicoanálisis. Freud tuvo que tener intención para poder crear su marco teórico. Algunos discípulos del creador del psicoanálisis  como  Ferenczi, Reich y Jung entre otros, tuvieron que tener intención para desmarcarse de una corriente establecida.
Sin intención es imposible llegar al fondo del ser, al corazón, acceder a la capacidad de ser un creador y tender a la felicidad.
Podemos dividir la intencionalidad en las personas en dos polaridades opuestas y complementarias. Una intencionalidad positiva que nos conduce  a la realización del self, a ser uno mismo,  a ser mejor persona y  a tender a ser feliz. Esta relacionada con Eros, con el placer, con  lo expansivo, la vitalidad y  la claridad.  Como contrapartida, existe una intencionalidad negativa, que supone el quedarse como la persona  está, mantener el status quo, encerrarse en lo neurótico, las resistencias para no llegar al fondo del ser y estancarse en las capas más superficiales de uno mismo. Esta intención es Thanatos, es nuestra tendencia a la muerte, lo oscuro, nuestra sombra.
Se puede poner como ejemplo la intencionalidad  de una persona  para comenzar una psicoterapia y la voluntad para  continuarla como un predominio de intención positiva. Sean cuales sean los resultados, se trata de poner la intención al servicio  de la entrega en esa relación mágica generada al comenzar un camino (tao) como es la psicoterapia. Y por supuesto, colocarla en  todos los vínculos de experiencia que genera esta danza entre los inconscientes de dos personas: el terapeuta y el paciente.
Por el otro lado, la intencionalidad negativa se expresa al inventarse uno mismo excusas o resistencias. Por ejemplo, la persona tiene una enfermedad  y se resiste a ir a la consulta médica (por miedos) dejando así que su realidad psicosomática se agrave. Existen casos extremos donde la persona puede llegar al límite de  dejarse morir. Generalmente abandonar lo viejo, lo conocido, lo que hemos usado desde la temprana infancia provoca pánico y desconcierto. No se conoce otro camino, otra forma de vivir, y la persona quiere protegerse de esto, que le provocará sufrimiento o dolor. Mientras tanto  se olvida que sin  contacto con el verdadero dolor no hay crecimiento posible. La persona con sus resistencias teme el fracaso en su reorganización vital, en su proceso organísmico (Reich). Son sus resistencias a la totalidad y esto tiene que ser trabajado en terapia creando una nueva forma en la persona. Es la manera de acceder a las capas más profundas de la persona. Una forma más cercana al propio si mismo o al verdadero yo (self).
 A veces la intención se interpreta como un modo de actuar espontáneo e irreflexivo, o como un modo de actuar fingido. Lo espontáneo es la virtud de los niños (sin domesticar). Y a veces lo irreflexivo es lo más sano para personas solamente intelectuales. El fingir o exagerar puede ser sano bajo condiciones terapéuticas, si  sucede en la vida cotidiana durante mucho tiempo, es patológico.
Para la psicoterapia corporal energética (Reich, Lowen, Pierrakos, Perls, Keleman, Boadella), al existir la intención positiva hay un movimiento de energía. Esto implica movimiento hacia el centro de la persona, el ser, el yo real, el core, el corazón.
Si existe un movimiento de energía es que la pulsación es expansiva. Esto significa vitalidad, salud y ampliación de la consciencia. Si la energía se estanca la persona tenderá a la enfermedad, a lo patológico, y es la negación de la consciencia,  es quedarse en las resistencias.
La intención positiva tiene relación con la voluntad. La voluntad es libre en los humanos. Un árbol crece y da sus frutos pero no altera el curso de su existencia. Las personas podemos alterar el curso de nuestra vida a través de la voluntad y la intención positiva.
El antropólogo y escritor Carlos Castaneda equipara la palabra voluntad con intención. Ambos términos son usados indistintamente en sus libros (según las traducciones).
Para John Pierrakos (creador de la Corenergética), la voluntad existe antes de la intención  y puede actualizarse de manera continua para remover los bloqueos energéticos de la persona.  La voluntad nos lleva a lo intencionalidad y al compromiso con el core o sea el centro de nuestro universo. Es nuestra verdad que se alinea con lo cósmico y lo universal. Entrar en un proceso terapéutico es curativo, tener voluntad para mantenerse en ese proceso es sanador para la totalidad de la persona.
La intención  es la pulsación o fuerza que se dirige hacia una acción que necesita expresarse o expandirse. Es una fuerza que necesita salir al exterior. Si necesitamos beber, además de la necesidad de la sed tiene que haber un impulso para buscar el agua que nos saciará, llevarlo a cabo manifiesta nuestra intención positiva. Si no lo hacemos es seguro que vamos a morir de sed, es nuestra intención negativa. De cualquiera de las dos maneras la intención existe.
 La pregunta en la psicoterapia corporal energética  es quizás, cómo estar en contacto con nuestra intención, cómo reconocer la intención negativa y  positiva en nuestra  propia vida. Esto implica estar en contacto más con uno mismo y no tanto en el mundo exterior. Para los budistas el mundo es solo percepción del maya, lo ilusorio. Para la física cuántica lo que percibimos con nuestros sentidos está muy lejos de la realidad. Lo real está más cercano a lo interior que a lo exterior, a lo intra-personal que a lo inter-personal. Nuestra esencia está más allá de ambas polaridades, lo intra-personal y lo inter-personal,  es el centro de nuestro ser (Boadella).
Estar en contacto con uno mismo es desarrollar la atención consciente de nuestra propia vida. Es tomar consciencia o darnos cuenta de nuestra intencionalidad (negativa o positiva).  Para poder guiarnos hacia nuestra tarea vital en este mundo.
Estar en relación con uno mismo implica reconocer que somos cuerpo, mente y energía. Que todo cambia y se transforma de manera continua, aún sin intención nuestra. Cuando usamos nuestra intención positiva  se despierta el anhelo de conocernos a nosotros mismos, de hacer consciente lo inconsciente, de profundizar en nuestras defensas del carácter, para poder ir más allá de nuestro ego. Este proceso puede realizarse solitariamente, con el riesgo de caer en nuestras propias trampas del ego, de que el proceso terapéutico sea muy lento y a veces se estanque por el transcurso del tiempo o por aburrimiento.  Otra manera es dejándose acompañar por el terapeuta, lo cual resulta mucho más seguro y placentero. El terapeuta posee una formación adecuada y  ha terminado o está en un proceso psicoterapéutico. Y  aunque a veces sea doloroso, este vinculo o transferencia con la otra persona (terapeuta),  nos llevará más cerca de nuestro verdadero yo o self.
 
“ El intento no es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. El intento es lo que puede hacer triunfar a un hombre cuando sus pensamientos le dicen que está derrotado. Actúa aún a pesar de que el guerrero se haya entregado. El intento es lo que le hace invulnerable”
                   Carlos Castaneda

 

 

 

 Gerardo Provenzano Bonilla 
Psicólogo y psicoterapeuta articulo de mayo/06 publicado en diversos medios de España, Portugal, Italia, Argentina y Uruguay.